diumenge, 27 de juliol del 2014

Somos naranja entera


El amor romántico nos lo inculcaron a través del cine, de los cuentos infantiles, siempre la misma historia, la princesa esperando a su príncipe azul... Siempre esa sensación de estar incompleta, de necesitar que alguien llene un vacío...




Y es precisamente esa necesidad de llenar un vacío con algo externo, que nos lleva a la dependencia emocional, que ha sustituido a la dependencia funcional a la que se podían ver llevadas muchas mujeres amas de casa por depender de su marido para todo lo relacionado con lo económico. 

La dependencia emocional acaba siendo mutua, por ambos miembros de la pareja. De un lado ella no quiere quedarse sola, por otro lado, él puede creer que sin ella no es nadie, convirtiéndose la pareja en la propia identidad de ambos. Uno es el protegido y el otro el protector, por ejemplo, y sus roles identitarios no tienen sentido sin la otra persona cerca.

Como dice el Psicólogo Manuel Villegas en La revista de psicoterapia Vol. XVII, nº 68: amor y dependencia en las relaciones de pareja:

«En nuestra sociedad, el amor romántico constituye un conjunto de creencias, ideales, actitudes y expectativas, orientadas a la realización del individuo, que se alejan notablemente de la finalidad originaria de la supervivencia de la especie y de la estabilidad social, encaminadas como están a la satisfacción de sus necesidades más íntimas y subjetivas.»

El amor romántico nos sacude de manera apasionante, nos mueve de tal manera que perdemos el control de quiénes somos y nos fusionamos con el otro de manera muy placentera. Este efecto de enajenación mental, no nos permite ser conscientes de lo que perdemos y de cómo nos posicionamos, así que cuando pasa este efecto fusional, a menudo es difícil reequilibrar la relación hacia una posición más simétrica y complementaria.

Muchas personas se han creído que son una mitad de naranja y que deben buscar su otra mitad para estar completas (de ahí la frase "busco mi media naranja"). El problema es que eso nos limita mucho. Nunca podrás estar bien con alguien si tienes miedo a quedarte sola porque te falta algo

El miedo a la soledad es algo muy común, sobretodo en las mujeres, a menudo educadas para cuidar de los demás, y no tanto para ocuparse de sí mismas. Aunque eso ha ido cambiando, dado que la mujer se incorpora al mercado laboral con fuerza y a menudo elige no ser ama de casa, tiene objetivos profesionales ambiciosos y los compagina con la vida familiar, compartiendo cada vez más la responsabilidad de la casa y la familia con el hombre, en igualdad de condiciones. De todas maneras, siguen observándose diferencias en la educación recibida y en las expectativas puestas en el cuidado ajeno según el género al que se pertenece.

El vacío existencial es un tema recurrente, por no encontrarle sentido a la propia vida, no saber estar con un@ mism@.

De alguna manera, cada un@ de nosotr@s debemos ser nuestr@ mejor amig@ y poder disfrutar de la soledad, que no es más que disfrutar de estar con un@ mism@.

El camino a realizar es el del autoconocimiento, autoaceptación, autoestima

Sabiendo y aceptando bien quiénes somos, llegamos a sentirnos personas completas, que no necesitan a nadie. 

Puede ser deseable conocer a alguien, pero nunca una necesidad

En el caso de que tengas la impresión de que no acaben de funcionar tus relaciones o que estés siempre insatisfech@, podemos ayudarte en CentraT.

Hay que aprender a estar bien con un@ mism@ para poder estar con otra persona en plenitud.
Debemos ser naranjas completas.




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