dimecres, 3 de setembre del 2014

El intríngulis de ser "emprendedor/a"

Últimamente parece que se ha puesto de moda la palabra EMPRENDEDOR/A, y la utilizamos de manera alegre para todo. Todo lo "verdaderamente innovador" debe llevar esa etiqueta, sea en el mundo laboral, comercial o educativo. Es tal su uso actual, que ya se habla de una BURBUJA EMPRENDEDORA.

¿Qué significa realmente el término "emprendedor/a"? 

"Emprendedor" deriva de la voz castellana emprender, que proviene del latín, coger o tomar, aplicándose originariamente a los que entonces eran considerados aventureros, principalmente militares, término que posteriormente pasó a tener connotaciones comerciales.

La palabra está estrechamente relacionada con el vocablo francés “entrepreneur”, que aparece a principios del siglo XVI, para designar al que se encarga de una obra: emprendedor de manufacturas, de construcciones.

Posteriormente, ese sentido de “entrepreneur” se generalizó para identificar tomadores de riesgos económicos.

Más en la Wikipedia

¿Te consideras emprendedor/a?

Hoy en día es habitual emplear este término para designar al empresario, aunque no necesariamente correcto en todos los casos.

Si vamos un poco más allá, el concepto emprendimiento es la actitud y aptitud que permite llevar a cabo nuevos retos, nuevos proyectos, e irremediablemente está relacionado con la idea de innovación y riesgo

El Parlamento Europeo en su Recomendación 2006/962/CE define ocho competencias clave para el aprendizaje permanente

Dichas competencias suelen ser compartidas por las personas emprendedoras, destacando las competencias de sentido de la iniciativa y espíritu empresa, relacionada con la habilidad de la persona para transformar las ideas en actos y presupone creatividad, innovación y la asunción de riesgos, así como habilidad para planificar y gestionar proyectos.

Las personas emprendedoras son conscientes del contexto y pueden aprovechar las ocasiones que se les presenten. El sentido de la iniciativa y el espíritu de empresa son el fundamento para la adquisición de cualificaciones y conocimientos específicos necesarios para aquellos que desean iniciar algun tipo de actividad.

Pero no basta con todo lo dicho. Para considerar a una persona emprendedora, ésta debe anteponer la ética  (tener valores básicamente éticos ante todo) y fomentar la buena gobernanza (ejercer un liderazgo acorde con dichos valores). 

En concreto, al emprendedor se le atribuyen:

  • La planificación, organización, gestión, liderazgo y delegación.
  • Análisis, comunicación, evaluación.
  • Representación y negociación efectivos.
  • Habilidades para trabajar tanto individualmente como de manera colaborativa dentro de un equipo.
  • Capacidad de determinar los puntos fuertes y débiles de uno mismo y evaluar y asumir riesgos cuando esté justificado.
  • Actitud emprendedora: Iniciativa, proactividad, independencia, innovación, motivación y determinación a la hora de cumplir objetivos.
  • Valores éticos en toda empresa (entendida como actividad personal).
      
Como un primer ejercicio introductorio al tema, proponemos que hagas un listado de todos los ítems antes mencionados en forma de checklist y puntúes aquellas habilidades y competencias que consideras que sí tienes. Si te animas, será más provechoso que le pongas un porcentaje para tener una visión más clara de tus puntos fuertes y débiles. Cuantos más síes tengas o porcentajes más altos en cada ítem, más cerca estará la posibilidad de considerarte un/a emprendedor/a.
                                      
¿Es interesante identificarse con éste término hoy en día?

La palabra no es nueva. Ni siquiera el concepto. Pero lo que sí es nuevo es el uso indiscriminado del término y su desvirtuación.

Por un lado, la inferencia persona innovadora --> persona emprendedora no siempre es cierta. Si partimos de la base que ser emprendedor es innovar, esto se puede llevar cabo en cualquier parte, como asalariado, como autónomo, como voluntario...La innovación de cada persona vendrá dada de su propia educación (en el su término más amplio), la sociedad y cultura (entorno) en el que esté inmerso, etc. Por tanto, no toda persona innovadora es emprendedora, pero todo emprendedor ha de ser innovador

Por otro lado, la palabra se confunde con la de AUTÓNOMO/A. La figura del/la autónom@ sin duda asume los riesgos de su empresa, pero no por fuerza es innovador. No todos los autónomos son emprededores ni todos los emprendedores son autónomos.

De un tiempo aquí se observa un interés muy claro en el uso del término "persona emprendedora" como manera de desvincularla del Régimen General de la Seguridad Social. Régimen este último que mientras se pertenece y se cotiza da derecho a subsidios y ayudas, mientras que cuando se es autónomo no, asumiendo el riesgo de la empresa. De esta manera, si existen muchas personas emprededores/as (es decir, lo que realmente son los autónom@s) se obtienen menos asalariad@s.

Este interés está siendo común a varios de los gobiernos liberales, lo cual se suele concretar en incentivos fiscales, y ayudas en la financiación. En este tipo de políticas el Estado Español se ha convertido en uno de los referentes debido a la Ley 14/2013, de 27 de septiembre, de apoyo a los emprendedores y su internacionalización. Dicha Ley, siendo un avance para las personas interesadas en crear empresa, ha resultado ser una trampa y ha recibido muchas críticas por parte de los afectados. No hay duda que es una salida a la crisis que nos atenaza...pero si no estuviéramos en crisis, ¿sería menos interesante que las personas fueran EMPRENDEDORAS?

                                    
En próximos posts profundizaremos en la ley y sus consecuencias con el objetivo de desvelar las ventajas e inconvenientes de dicha figura, e intentar ayudarte en la toma de decisiones de si sería positivo para tí seguir ésta nueva senda.

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