dimarts, 2 de desembre del 2014

"Los jefes no trabajan"




- Venga, hijo, que vas a llegar tarde al cole.

- Y tú a tu trabajo.

- Yo soy jefe y llego cuando quiero al trabajo.

- No es verdad, no eres jefe. Los jefes no trabajan.



Con este diálogo desayuné hace unos días (en mi casa).

Al principio me hizo mucha gracia, me sacó una gran sonrisa. Luego pensé que no había sido muy acertado decirle que un jefe "llega cuando quiere al trabajo". Además de mentira, falso.
 
Pero lo duro es ver que un niño de 4 años considera que los jefes no trabajan. Tremenda reflexión de alguien que empieza a formarse en el mundo.

¿Ése es el mensaje que le llega a un niño de 4 años que no tiene contacto con el mundo laboral?¿a los jóvenes? ¿a la sociedad?

Algo estamos haciendo mal. No creemos que nuestros jefes hagan cosas útiles. Seguro que si preguntamos a los "jefes" ellos dirían que hacen jornadas maratonianas, que tienen reuniones por doquier, e incluso trabajan en fines de semana, y que tienen más que justificado el sueldo por la "responsabilidad que conlleva el cargo"...¿o no?

No sabemos qué proporción de esta "leyenda urbana" es real y cuál no, pero la percepción del trabajo realizado por un jefe es muy diferente si es valorado por un trabajador (colaborador de la organización) o por un jefe (¡y no te digo nada por un niño!).






Etimología de jefe: proviene de Chef (francés) que proviene del latín vulgar ¨capum¨ y este del latín clásico ¨caput¨, cabeza.


Las palabras siempre nos enseñan mucho: cabeza, ir a la cabeza, dirigir, conducir, administrar el tiempo de las personas...siempre con ¨diligencia¨. Y para ello, se necesitan unas habilidades, que si bien algunas son innatas, la mayoría se aprenden y se adquieren. Y por lo tanto, se debe dar formación a las personas que vayan a ostentar cargos de dirección.

En muchos casos un buen técnico es premiado por su buena labor con un ascenso a director, sin que se valore si esa persona tiene las competencias para desarrollar el nuevo cargo, con lo que se crea un problema para su equipo y para la propia persona. Y en última instancia para la empresa.

Ser un buen jefe no es fácil, pero los cursos de liderazgo, gestión de equipos, etc. nos enseñan que hay competencias que un buen jefe siempre puede mejorar.





Por otro lado cada equipo, cada persona es diferente, se necesitará mucha ¨inteligencia emocional¨ para dar a cada equipo/persona lo que necesita. Pero hay cualidades como la empatía, buen humor o el respeto que siempre son necesarias.


En contra de lo que muchos creen no es el dinero y los beneficios materiales lo que mueve a las personas a involucrarse hasta la médula en proyectos. Cuando las necesidades básicas están cubiertas, hay otros motivos más fuertes que hacen que las personas se vuelvan extremadamente productivas y una de ellas es que las lideren de manera exquisita.

¿Quién valora el trabajo de un jefe? ¿A quién tiene que demostrar que su trabajo es bueno? ¿es importante la percepción que tienen de él sus colaboradores y empleados que dependen de él?


Finalmente es el jefe el responsable de ejercer y demostrar su valía, igual que los colaboradores o personal a su cargo. Su manera de liderar, coordinar, organizar y ejecutar será evaluado por toda la organización. Y de él dependen muchas cosas, entre ellas, la visión que tenemos el resto de los mortales de lo que es, o no, un buen jefe.

Si eres jefe, habrás visto que no puedes relajarte sólo por serlo y que no sólo tienes que rendir cuentas a los altos cargos. Debes demostrar que eres un buen jefe a los colaboradores que tienes a tu cargo.

Si no eres jefe, antes de juzgar y criticar, usa la empatía para entender la globalidad de ese cargo, analiza sus habilidades y competencias,...y, sobretodo, intenta no mandar la imagen a los de tu entorno más inmediato de que todo jefe es un vividor, vago, o malo por naturaleza, ni viene dado por un don divino. Las próximas generaciones lo agradecerán.

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