Las
emociones
son necesarias,
son reactivas, adaptativas,
deben darse en reacción a determinados estímulos. Son
positivas siempre,
nos dan mucha información de lo que nos pasa y debemos aprender a
gestionarlas todas ellas.
En
este caso nos centraremos en las cuatro emociones básicas
Alegría, tristeza, rabia y miedo.
Cuando
se dan de manera aislada y no relacionadas con ningún estímulo, o
bien se dan de manera continuada, dejan de ser funcionales y pueden
conllevar alguna dificultad para la persona.
Podríamos
intentar poner consciencia en cómo aprendimos las emociones. En
realidad, nadie nos explicó bien lo que eran, al menos a la mayoría
de
nosotr@s.
Se nos pedía de no llorar, no enfadarnos, no tener miedo... Pero
nadie
nos preguntaba porqué nos sentíamos cómo nos sentíamos, ni nos
explicaban que eso fuera normal.
La única emoción bien vista es la de la alegría, pero con tanta
represión, incluso much@s
aprendieron a reprimirla también.
Tenemos
ejemplos fáciles en nuestra infancia: los
castigos
y reprimendas del tipo «no llores», «no grites». O lo que es peor: «los niños no
lloran», «las niñas no gritan»...
Sus consecuencias en aprendizaje: En el caso masculino, mucha rabia y agresividad en lugar de tristeza, ya que en el niño está más aceptada la rabia; en el caso femenino la tristeza en lugar del enfado (también más aceptada en las niñas socialmente). Lo que lleva a no identificar correctamente las emociones, a huir de ellas y por lo tanto a que se intensifiquen, a no expresar realmente lo que se siente, sino a expresar lo que socialmente se espera, o lo que no choca tanto por el género al que se pertenece.
Incluso
en la edad adulta, solemos
censurar las expresiones emotivas,
cuando alguien llora en público, intentamos por todos los medios que
pare, en lugar de acompañarle con un abrazo hasta que se sienta
mejor.
Cuando
reprimimos mucho las emociones, no sabemos expresarlas, y nos parecen
negativas, pretendemos evitarlas a toda costa. Pero ellas luchan por
expresarse y esa lucha interna genera mucho malestar. Tanto, que
podemos conseguir lo contrario, una tristeza constante que se
convierta en una depresión o un miedo intenso que se convierta en
ansiedad, por ejemplo...
Por
ello, es útil, poder aprender las emociones desde que somos
pequeñ@s. Y si nuestro hijo o hija está triste, tiene que aprender
que eso forma parte de la vida, que no es malo, y podemos darle un
abrazo para reconfortarle siempre que lo necesite, intentando
preguntarle qué le pasa para que se entienda e identifique sus
reacciones.
El cuento ilustrado de Anna Llenas, El monstruo de colores, de la editorial Flamboyant, es uno de los cuentos que pretenden ayudar a los padres a enseñar a identificar las emociones a sus hij@s.
Pero para adultos también se hacen libros y cuentos, ya que nunca es tarde para aprender. La misma Anna Llenas es autora de El diario de las emociones, publicado recientemente por la editorial Paidós, dónde ofrece 99 ejercicios de creatividad para identificar y expresar las diferentes emociones.
Ella se basa en las 4 emociones básicas mencionadas antes y en una 5a, la calma, como ausencia de las anteriores y como estado regulador.
Además de estas dos publicaciones muy recomendables, os proponemos un ejercicio práctico para aprender a gestionar mejor las emociones.
- ¿Cuál es la emoción que menos te gusta? Rabia? Miedo? Tristeza?
- ¿Crees que la expresas correctamente? Ligada a acontecimientos que lo valen, nunca de manera aislada, de manera exagerada? O fuera de lugar?
- Intenta recordar la última vez que te saliste de tus casillas, que reaccionaste a tu parecer de manera desmesurada, ¿qué situación?, ¿con quién?, ¿qué motivo?, ¿cuál fue tu reacción? ¿y sus consecuencias?.
- Piensa qué habrías necesitado para reaccionar de una manera más adaptada a la situación. Y si ya lo hiciste, ¿qué te lo permitió?
- Si volvieras a pasar por una situación parecida, ¿cómo te gustaría reaccionar? Piensa en aquellas veces que sí has reaccionado de manera ajustada. ¿Qué había de diferente en tí? ¿En tu entorno?
- Intenta situar en tu cuerpo esa emoción. ¿Dónde la sientes? Toca esa parte de tu cuerpo y siente.
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