dilluns, 22 de setembre del 2014

La decisión de tener (o no tener) hijos


El hecho de tener, o no tener, o el cómo tener, o el cómo no tener descendencia siempre ha estado en el candelero. Herencias, títulos nobiliarios, vergüenza familiar, bodas por "penalti", etiquetas de "bastardo",...Sin estas situaciones no tendríamos la Historia que tenemos, ni la gran mayoría de novelas, películas, etc.

Hoy en día, sin entrar en si es más complicado o no, es un tema que continúa, en el que entran otros aspectos más "novedosos", o al menos, más comunes (que los llamados bastardos o herencias, que sin haber desaparecido, parece que están en "recesión"): adopción por no poder tener descendencia biológica, padres/madres del mismo sexo, ascendentes cada vez de mayor edad, la opción cada vez más común de no tener descendencia, descendencia con diferentes parejas, cuidado y aceptación de descendencia no biológica (parejas con descendencia de parejas anteriores...)

Las familias, las expectativas, las prioridades cada vez son más diversas. Hay un universo de combinaciones que no siguen los mandatos culturales o a los que estamos acostumbrados. Nacen ansiedades, problemáticas y repercusiones que antaño pasaban desapercibidas.

Ahora tener descendencia, no es obligación, y es (o debería ser, en la mayoría de los casos) una decisión personal. Poder cumplir o no con estas expectativas personales afecta a la persona, y por descontado, a la pareja, si ésta existe.

La toma de decisiones vitales

Tomar la decisión en pareja de si tener o no descendencia ya es en sí un cambio sustancial en la vida de esas dos personas. Entran en juego expectativas personales que antes venían dadas culturalmente y pocos se cuestionaban o se atrevían a discutir.


En pareja debe primar el llevarse bien, el amarse, el querer compartir una vida...pero en algún momento se plantea el hecho de si poner por delante el objetivo de ser padres y/o madres, y cuántas veces. Y si la pareja no está alineada aparecen los conflictos y las ansiedades entre el querer o el deber.

Decisiones vitales en la pareja
Muchas parejas entran en crisis al plantearse la cuestión, y no es fácil negociar, puesto que en este caso a ambos les cambiará la vida, a unos por abandonar un sueño, a otros por poner por delante los objetivos personales de la pareja, a otros por ambas cosas, y para otros...puede suponer la separación. Y mayor es el conflicto cuánto más se acerca la famosa edad de la mujer en que "se te pasa el arroz".

No es porque sí que se hace hincapié en esa dichosa frase. El famoso reloj biológico que ata en cuerpo y mente a la mujer de hoy en día, que se siente presionada cultural y personalmente, que cae como una losa en un momento en que la mujer se siente joven y debería poder elegir libremente el qué (sí/no), cuándo, cómo y con quién. Se precipita una decisión que el hombre puede ni tener en cuenta hasta mucho más tarde en comparación.

En el juego de tener o no descendencia biológica el papel de la mujer es protagonista, lo quiera o no el político de turno. Los cambios fisiológicos y las repercusiones psicológicas en la mujer son determinantes en la toma de decisión de la pareja heterosexual. Es la que afrontará más cambios y por tanto en la negociación tiene la última palabra. No es porque sí que se escucha tanto "nosotras parimos, nosotras decidimos".

La toma de la decisión en parejas homosexuales, tiene otros matices que se le suman, como es obvio: la presión y aceptación social, la imaginería del futuro en el entorno escolar, etc. La pareja conformada por dos mujeres tiene el plus de negociar quién, cosa que no siempre facilita la toma de decisiones.

Seguimos juzgando y etiquetando, cuando la realidad es más diversa que nunca. Y juzgando y etiquetando perduramos conceptos rígidos que no son ya de nuestros días, a la vez que generamos más ansiedad en aquellas personas que están valorando esta cuestión.

Las mujeres no se definen por madres y amas de casa exclusivamente, ni los hombres sólo piensan en esparcir su semillita. No seamos simples.

Si estás pasando por ello

Es normal pasar por un cierto periodo de tensión, estamos hablando de tomar decisiones vitales, y hay que tomárselo en serio. Ya sea una parte de la pareja, o las dos. No le restes importancia si no es tu caso pero percibes que es algo importante para tu pareja, afrontad el tema ambos.

El tener o no tener hijos puede llegar a ser
motivo de obsesión
Hay que valorar la postura de la otra parte de la pareja, pero se trata de decisiones vitales e importantes. Reflexionar sobre un par de temas puede facilitar los términos de la negociación: ¿Qué haría yo si no estuviera con esta persona? ¿Qué estaría yo dispuest@ a sacrificar por el bienestar y felicidad de la otra persona, sabiendo que es un objetivo vital para ella?

Si es un tema o una decisión que te obsesiona, relativiza el problema: es cierto que es un objetivo vital, pero tú no dejas de ser tú  teniendo o no teniendo descendencia. La vida tiene muchos ámbitos, y tenemos que permanecer en ellos para seguir evolucionando como personas. Piensa fríamente, tomando distancia, qué otros objetivos te puedes marcar en otros ámbitos de tu vida (personal, de pareja, laboral,...), y procura atender a ellos también, sin que se te mezclen. No se trata de crearte más ansiedad, se trata de atender a aquello de lo que te has olvidado por tu obsesión. Márcate hitos próximos y ve poco a poco. Y, sobretodo, si percibes que es algo que te supera, busca la ayuda necesaria. Todos pasamos por malas temporadas. 

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