dijous, 10 de juliol del 2014

La evolución del concepto de pareja del siglo XX al siglo XXI

Es innegable que las cosas han cambiado...

Una historia de amor de principios del siglo XX.

A él le gustó ella desde el principio. Se conocieron en el Orfeó Sant Martinenc, los dos vivían en el barrio del Clot de Barcelona. Él me contaba que se sentaba detrás de ella en los ensayos y que le ataba la rebequita a la silla, para que no se pudiera levantar... Y ella lo miraba y se reía, y lo llamaba “poca-solta” (sinvergüenza) ... Era el juego que tenían entre ellos.

Además, su mejor amigo perseguía a la hermana menor de ella, así, los dos amigos se casaron con las dos hermanas años después, esperaron a que finalizara la guerra civil, por no dejar viuda a ninguna de ellas. Y lo hicieron el mismo día, en una ceremonia a cuatro, un 11 de septiembre, para poder celebrar la diada en época franquista. Siempre bromeaban con que se habían equivocado al decir: “sí quiero”, y quizás estaban casados con la hermana equivocada.

Como en la mayoría de familias con pocos recursos en su época, empezaron a trabajar a los 12 o 13 años, eran muchos hermanos y hermanas en la familia, ella tenía 6 hermanos y hermanas y él tenía 4. Sus padres trabajaban todo el día y las hermanas mayores cuidaban de los más pequeños. No había lugar para el malestar individual, lo importante era el bien de toda la familia y la sociedad se regulaba por el control social y la ayuda y solidaridad. El régimen totalitario no permite que el individuo despunte, más bien fomenta la cohesión grupal y la homogeneización.

Ella no buscaba un príncipe azul y él no buscaba una joven delicada, había un sentido más práctico en su relación, eran buenas personas, sanas, con ideologías parecidas y eso bastaba para montar una familia.

Estuvieron juntos siempre y tuvieron un hijo porque quisieron. Ya eran mayores. Nacidos en 1907 él, y 1909 ella, después de la guerra civil ya estaban en la treintena.

Nunca se plantearon la opción de divorciarse, se acostumbraron el uno a la otra y se cuidaron siempre, aunque la relación fuera más como una bonita amistad y no tanto como una pasión desenfrenada propia del amor romántico. 
 


 



Según Fromm (1956) existen dos posibles concepciones del amor: el amor como sensación subjetiva exaltada y placentera, es decir como un ensueño, y el amor como fruto del conocimiento y el esfuerzo, es decir, como un arte. El primero corresponde al amor romántico y el segundo al amor comprometido.

El amor que predominó en la historia que precede fue, sin duda, el segundo. Bien es cierto que toda historia de amor comienza con un momento de agitación emocional, ensueño, y mariposas en el estómago, que acompaña a la sensación de pura fusión con la otra persona, lo natural es que la relación evolucione una vez pasados estos primeros momentos de amor romántico a otro estado más relajado, más responsable, comprometido y de acompañamiento. El amor comprometido.

¿Y qué pasa con las parejas hoy en día?

El concepto de pareja entra en crisis en la realidad actual, dado que, según Villegas, el origen de pareja monogámica y su establecimiento como matrimonio, proviene de la necesidad de crear una célula social estable y con continuidad a través de los hijos, la familia, capaz de satisfacer las necesidades económicas, afectivas y procreativas de la especie humana.

En la Grecia Clásica, el matrimonio se podía concebir desde una dimensión ética y jurídica pero no necesariamente relacional o afectiva.

Los divorcios han ido en aumento, a medida que las mujeres han entrado en el mercado laboral y han dejado de lado la dependencia funcional a la que se veían sometidas por no tener sustento económico propio. El aumento de la libertad individual, y de la realización personal como objetivo en la vida, tanto de ellas como de ellos, ha dificultado que las relaciones de pareja se forjen de una manera tan sólida y duradera como la del ejemplo anterior.

No sabemos convertir el amor romántico en amor comprometido como quizás sí supieron hacer nuestros abuelos y padres...

La libertad individual ha aumentado, pero existen unos miedos ligados al género que también dificultan la creación y mantenimiento de las relaciones hoy en día; según Teresa Forcades (2007) la mujer teme a la soledad y el hombre a la dependencia:

Ni la feminidad de la mujer es amor,  ni la masculinidad del hombre es libertad. Por eso, cuanto más infantil, más actúa la mujer por miedo a la soledad, y el hombre, cuanto más infantil, más actúa por miedo a la dependencia.

Tampoco ayudan el hedonismo y la necesidad de recompensa inmediata (o más inmediata) que caracteriza nuestra sociedad actual, sobretodo entre los jóvenes. Una vez desaparece el amor romántico inicial, cuesta “demasiado” (esfuerzo, sacrificio, tiempo…) forjar una relación más evolucionada basada en el amor comprometido.

Un intento de historia de principios del siglo XXI.

Ella lo conoció por internet.  En el mundo online pasa, generalmente, como en la vida presencial (hablando de las relaciones heterosexuales): los hombres llevan la batuta, son ellos quienes llevan la iniciativa, mandan mensajes, piden el número de teléfono... Y ellas, intentan conocerlos más, poder seleccionar, ya que no se puede quedar con tantos hombres, no hay suficientes horas en el día.  
 
Él le estuvo muy encima, para poder conocerla, muy atento, simpático, pendiente, para conseguir su teléfono y posteriormente una cita. Y sí, el que la sigue la consigue. Estuvieron un par de semanas hablando por whatsapp hasta que pudieron quedar. Y se gustaron. Hubo química. Se rieron, se atrajeron mutuamente. Y quedaron otro día. Y otro... Pero él quería llevar la batuta, quería decidir cuándo y cómo, y se encargaba de hablar de lo que otras habían hecho y qué no había funcionado. Así que ella hizo lo contrario que “las otras”, decidió que era mejor no concretar, no hablar más de la cuenta... y queriendo ser libre.

En realidad, lo que le hacía actuar era el miedo a la soledad. Por eso continuaba intentando mantener la relación. Y él, poniendo tantos límites, lo que quería era conservar su libertad... Y aunque se gustaban, no cuadraba: ella sufría por querer más y él no quería concretar más por no sufrir.

Al final, ella decidió verbalizarlo y dejarlo. Parecía que él no estaba de acuerdo. Parecía que él quería algo más. Pero finalmente dejó de contestar los whatsapps...


Es innegable que las cosas han cambiado... 
Antes se esperaban años antes de consolidar la relación para no dejar viuda a la pareja. Hoy, en ocasiones, apenas nos permitimos el lujo de disfrutar de los adorables momentos del amor romántico.

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